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martes, mayo 06, 2014

Triste anécdota de un malvado.


¡Me cago en todo lo que se menea!, gritó mientras los retortijones hacían de él su presa y sin poderlo remediar,  un torrente marrón procedente de su interior, cubrió todo lo que a su paso encontró, envolviendo el ambiente con un desagradable aroma.
Tuvo que prender fuego a la estancia con el fin de evitar su limpieza, el seguro no se hizo cargo y así fue como perdió todas sus pertenencias.



(Homenaje a D. Francisco de Quevedo y Villegas)

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