Hay que ser muy valiente para tomar una taza de ese café que prepara, es negro como boca de lobo, intenso como el primer beso enamorado, aromático como las flores de azahar paseando por la ribera de un río y de un sabor perdurable a través del tiempo. Su función estimulante, la cumple sin duda, pues osé tomar un poco, sólo con hielo alrededor de las cuatro de la tarde y siendo las tres de la madrugada aún no he conseguido conciliar el sueño.
Es un brebaje totalmente pensado, ideado para tomar en la mañana, para despertar y poder aguantar hasta la caída del sol sin a penas despeinarse. Y me aventuro a pensar que da para más, viendo los efectos que en mi cansado y ajado organismo, ha causado.
Ella lo sabe y por la tarde no le ofrece a nadie, pues conoce los efectos de la pócima. Si decides tomar, será bajo tu responsabilidad, ella ya es responsable de otras cosas que defiende a capa y espada, tal como lo haría un caballero español, antiguo, cortés, educado, serio e imperioso.
Si te vieras tentado como de cualquier otra prohibición, avisado quedas. El insomnio será difícil de vencer y vagarás por las horas como ánima del purgatorio sin saber dónde tropezarte.
Me río yo de George Cloony con su "what else?"