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viernes, diciembre 31, 2021
El asesino del año.
jueves, junio 03, 2021
Compartir es Vivir
Si lo que te pasa es que tienes que alimentar a tus cachorros, te diré que lo que llevo en la cesta es para mi abuela, pero estoy segura que lo podemos compartir.
Mira, tengo leche de la cabra, también hay un queso, un frasco de miel, filetes de contramuslo y un pan recién hecho. Sospecho que lo que mejor te viene son los filetes, por lo que no hace falta ni que me los pidas, además la abuela ya no tiene dientes y no los iba a poder masticar.
Todo arreglado, compartir es vivir!
sábado, mayo 22, 2021
Adeu, Adiós, Agur
Tras mucho meditar se puso en pie, sacudió sus ropas con las manos, estirando las arrugas al mismo tiempo; comenzó a caminar, un pie primero, el otro después, la puerta de salida estaba cerca, la abrió, salió cerrándola tras él y después, como hacia siempre, se palpó los bolsillos de la chaqueta y del pantalón, en busca de las llaves, esta vez para asegurarse de que las había dejado en el interior, encima de la repisa del mueble de la entrada, junto a una nota en la que dejó escrito: adeu, adiós, agur. No pudo escribir mucho más, se iba para siempre.
lunes, mayo 17, 2021
Llave hueca
Una llave hueca se usa para curar los orzuelos, eso dicen, yo tengo una, me la encontré un día inspeccionando en el interior de un cofre sin dueño; el descubrimiento disparó mi fantasiosa imaginación con una pregunta lógica ¿Qué abrirá?
Cierro tras de mi adentrando despacio, está oscuro, mis ojos tardan poco en aclimatarse pudiendo visualizar la estancia con plena atención. Mi reloj se ha parado.
Una chimenea fértil se abre a la sala, parece que sonríe, lleva tiempo esperando ser encendida para demostrar sus magníficas habilidades. Hay troncos de encina apilados en cestos de esparto, se me antojan tristes, saben cuál es su destino. Una palmatoria de bronce, adorna altiva la repisa, en ella un cirio llorón consolado, sobrevive. Las cortinas polvorientas, solicitan ser retiradas, quieren dar paso a la luz, que alguien las toque, aunque sea un rato, lo que dura el gesto, yo lo entiendo y lo hago. Un sofá inmenso, permanece inmóvil delante del escenario ardiente del hogar baldío.
Desde allí se ve entreabierta la puerta de la cocina, voy para ver; los cacharros cuelgan del techo, acompañando a ramos de hierbas secas, tomillo, romero, mejorana, guindillas, ajos y pimientos choriceros, encima de una enorme mesa tocinera desgastada. En la pared un armario alacena de color amarillo, con frasquitos de cristal en su interior, que contienen aliños, adobes y condimentos. La cocina de lumbre, negra y brillante, como una locomotora. Una platera contiene la vajilla, tazas colgando y un puchero rojo descascarillado que huele a café.
Subo a la buhardilla, es diáfana, con un único ventanal en el centro del techo, justo debajo, tres grandes colchones de lana, apilados con un claro objetivo, el arrullo suave de quien en ellos se acueste, viendo desde su descanso el firmamento casi entero, con mil deseos preparados para ser invocados cuando las estrellas fugaces crucen raudas y sabiendo que despertará, con el sonido de unas campanas lejanas o el canto de algún ruiseñor anunciando la primavera.
La Paz sea contigo y con tu espíritu.
sábado, mayo 08, 2021
Serenidad, Valor y Sabiduría
Serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar.
Valor para cambiar las cosas que si puedo.
Sabiduría para conocer la diferencia.
Epicteto.
miércoles, julio 10, 2019
DISERTACIONES
Lo único insoportable para el ser racional es lo irracional, pero lo razonable se puede soportar. Para juzgar lo razonable y lo irracional cada uno de nosotros nos servimos no sólo del valor de las cosas externas, sino también del valor de nuestra dignidad personal. Eres tú quien te conoce a ti mismo, quien sabe cuánto vales para ti mismo y en cuánto te vendes; cada uno se vende por un precio.
Epictecto
Hierápolis 55 - Nicopolis 135
miércoles, diciembre 12, 2018
SUEÑOS DE BAÑERA Y REALIDADES DE ESCALERA.
Consiguió salir a flote, tenía que tranquilizarse para salvar su vida, jadeando sin dejar de mover sus extremidades, para no hundirse de nuevo, el cansancio se apoderaba de su diminuto cuerpo, las fuerzas flojeaban. En ese momento, sintió que algo se acercaba por su espalda, se giró y vio que era una enorme vasija de plástico que se dirigía hacia ella flotando despacio. Realizó un ultimo esfuerzo para nadar a su encuentro y logró meterse en ella con mucha dificultad. Una vez dentro, se dispuso a achicar la improvisada embarcación para poder seguir flotando en la cloaca.
sábado, septiembre 15, 2018
Off
sábado, abril 16, 2016
La deslealtad del perro. ( hay que leer este cuento con acento argentino)
Todo sucedió de repente, un jueves cualquiera, al llegar a casa, una de las habitaciones, en concreto la que habían compartido hasta que ella decidió marcharse a otra, se encontraba vacía.
Tras algunos años, tal vez todos, de diferencias de pensamiento, palabra, obra y omisión, él cargado de un impropio coraje, ya que no era precisamente una de sus cualidades, decidió marcharse.
Habían tenido constantes discusiones y la confianza, si es que algún día existió, se había evaporado por la deslealtad, el abandono, la falta de respeto y la ausencia de compromiso.
Cierto es que a ninguno de ellos les sorprendió todo aquel movimiento, tarde o temprano debía de ocurrir, solo faltaba hacerlo, cerrando así un ciclo vital tóxico y enfermizo.
Ella se llevó una cama, muchos recuerdos y al perro; el resto se lo llevó él y el amor que quizás un día se tuvieron, ese, se lo llevó el viento como a María Sarmiento cuando se fue a la vía a aliviar su cuerpo.
Un día, cuando ya había pasado algún tiempo, siguiendo el curso de uno de sus duelos, ella le llamó para saber de él, interesarse por su estado de salud, trabajo y amor, aunque de lo último no se atrevía a preguntar, aun era pronto para una respuesta que no quería, en el fondo, saber.
Hablaron como falsos amigos, cordialidad contenida, incómodos silencios y finalmente una noticia sin importancia, y es que él, había incorporado a su vida un loro, esa mascota que tanto había deseado siempre, pero que ella, con su mente analítica y responsable, nunca había estimado oportuno tener, quitándole la idea de la cabeza con algunos argumentos, como no, de peso.
Fue gracioso saber que él, al menos había cumplido ya, uno de sus frustrados y absurdos deseos.
Cuando colgó el teléfono, se le ocurrió contárselo al perro. A fin de cuentas era su compañero, con el que compartía su vida, acurrucados en las oscuras y frías noches de invierno.
El animal, escuchó atentamente, moviendo sus cejas como acostumbraba cuando recibía información de interés. Emitió un pequeño gruñido de disconformidad, se revolvió sobre si mismo, dio un salto a la cama, escarbó la manta con determinación y se acomodó como una esfinge, serio, altivo, prácticamente inmóvil.
De repente el perro carraspeó como un juez antes de sentenciar y comenzó a hablar, diciendo:
_ Atendé, el buen saber es callar, hasta ser tiempo de hablar. Vos verás la que le va a preparar el loro, es cuestión de tiempo. Sentáte a mi lado que ahora vos vas a escuchá.